Cuatro noticias importantes la semana pasada. Por orden cronológico, la enorme manifestación conducida por Hugo Moyano e integrada por distintas vertientes (izquierda clásica, movimientos sociales, peronismo próximo o devoto de CFK, sindicalismo clásico versión uno, etc.) Todo eso puede durar amalgamado no más que lo que dure el cauce de Moyano. Este no es un cauce profundo porque, todo señala, ya no representa la fuerza aglutinante del movimiento obrero tradicional. Y, si el cauce no es profundo, el vigor de las vertientes se desparrama en el llano.
La segunda noticia es la “confesión española” de Nicolás Dujovne. El ministro fue a España a “buscar inversiones”. Y estando allí le dijo a los españoles, que con buena onda fueron a escucharlo, que: a) el gobierno no tiene herramientas para combatir la inflación, b) que no todos los ministros dan testimonio de apostar al peso y a las inversiones locales, particularmente él (lo que confirma la “falta de herramientas”); y c) finalmente les señaló que lo que sí tienen es voluntad que otros inviertan y que, a pesar de disponer de pocas herramientas, aspiran a que se aplaque la inflación.
La tercera novedad es el tour europeo de dirigentes sindicales enfrentados a Moyano a los que el ministro Jorge Triaca ha invitado a conocer el funcionamiento del sindicalismo en España, Holanda y Alemania y – según dicen – a conocer el diálogo tripartito existente en esos países.
Los miembros del tour, con la excepción del gremio rural, son todos representantes de bienes no transables, es decir que no pertenecen a los sectores afectados por la apertura económica y tampoco por las eventuales consecuencias de la firma del tratado con la UE que es el trasfondo de este convite.
La última es la decisión de Mauricio Macri – en consonancia con las demandas (encuestas, ideología) de Jaime Duran Barba – de abrir la puerta a la sanción de algunos de los proyectos de aborto que rondan la Cámara de Diputados.
La versión dice que Marcos Peña “libera” a los legisladores de Cambiemos para que “debatan” algunos de esos proyectos. Es notable que los legisladores PRO necesiten “permiso” para pensar, proponer y – finalmente – legislar. A mi me parece ofensivo o peor, muy “kirchnerista”, muy escribanía. Caray.
Respecto de la manifestación de Moyano, simplemente, es eso: una masiva manifestación realizada a pesar de la deserción de muchos sindicatos. Una manifestación que consulta – sin duda – el malestar creciente de algunos sectores de la población. Caen las expectativas acerca de un futuro mejor. Malestar que se acrecentará en la medida que continúen los incrementos de las tarifas de servicios regulados. Y que los mismos mantengan viva la muy elevada presión inflacionaria. Que se presione a que las Convenciones convaliden el deterioro del salario real. Que – como consecuencia del esquema de endeudamiento – siga la presión a la baja la actividad en los sectores de bienes transables por la vía de la baja del tipo de cambio real, a la que Mauricio Macri llamó la tendencia a la apreciación del peso, y el estancamiento del consumo por habitante.
Lo de Moyano no es más que un aviso de que hay un número importante de ciudadanos que sienten estar presionados hacia el margen externo de la inclusión: no en la lona sino riesgo de quedarse fuera de la lona.
De continuar la falta de resultados notables en la economía de la vida cotidiana la presión del conflicto social puede aumentar en lugar de disminuir. El pitido de esa válvula en la calle nos dice eso.
Y justamente eso tiene que ver con la segunda noticia que es el paseo de Dujovne por la Madre Patria. Allí fue castizamente a por inversiones. ¿Habrá sido convincente? Seguramente poco.
En 2017 la compra de dólares para atesorar fue de 22 mil millones de dólares y los gastos netos de turismo en el exterior sumaron 12 mil millones de dólares. En síntesis más de 1 millón de argentinos no confían en el peso para ahorrar aunque la tasa de interés en pesos supere el 27 por ciento anual. Esa tasa supone, según las metas del gobierno, un 12 por ciento de ganancia en términos reales y si seguimos las expectativas del mercado, el premio no sería menor al 7 por ciento real. Estos retornos jamás se podrán alcanzar en el mundo. Y a pesar de eso la opción de ahorro en dólares es monumental. Como es monumental el gasto en turismo y – finalmente – como es monumental el déficit de la balanza comercial.
Todo eso nos dice que el dólar “está barato” y también nos informa que invertir, en fierros, dólares del exterior resulta caro en la Argentina, justamente porque el dólar está barato para comprarlo y no para venderlo. Toda inversión externa, más allá de los bienes importados, implica dólares comprando caro aquí en la Argentina.
Todas esas realidades no son halagüeñas para el candidato a invertir. Cuanto más el Ministro que invita deposita sus ahorros en dólares, no en pesos, y los radica en el exterior. Viene a ser un “animémonos y vayan”. Poco convincente.
Y si además confiesa pocas herramientas para combatir al dragón inflacionario y el dragón no deja de comer. Joder hombre. Los españoles dijeron, te queremos, te creemos, pero esperamos.
La voluntad no alcanza pero sin ella no hay nada. Bien. No cabe duda que este gobierno “la voluntad” la tiene. El anterior absolutamente no. Bueno sí, pero insuficiente. No hay resultados.
Los sindicalistas enojados se quedaron en la 9 de Julio. Los más condescendientes siguieron viaje, tomaron la autopista y a Ezeiza con Jorge Triaca.
Objetivamente está muy bien que los dirigentes conozcan a sus pares de todo el mundo. Y muy bien que sean los europeos. Y también que conozcan los espacios de armonización de intereses para la formulación de las políticas en el Viejo Mundo. Pero – como hemos mencionado – los turistas pertenecen a sectores no productivos, con la excepción de los peones rurales.
Hasta ahora el proyecto más importante del gobierno es la firma del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea. A pesar del entusiasmo gubernamental no han avanzado mucho.
Los propios europeos tampoco han hecho mucho y para destrabarlo – sintetizando – es necesario que la Argentina (y por cierto el MERCOSUR) acepte el ingreso con reducción sistemática de aranceles y trabas de las exportaciones industriales procedentes de la UE, que acepte el tratamiento nacional de los europeos para las compras del Estado, y muchas otras cláusulas favorables a la UE.
Pero aquí y ahora, acerca de sus consecuencias, no hay ningún estudio en profundidad ni mediciones de impacto de decisiones cuyo impacto será, sin duda, definitivo e irrecuperables. Lo que se deje de producir como consecuencia de una mayor competencia significará simplemente cierres.
¿Qué puede garantizar la compensación? La palabra mágica que escucharán los dirigentes sindicales en viaje será “inversiones”. Es decir “promesas”.
Los europeos nos han dicho de manera categórica: la carne tendrá un límite y ese límite es demasiado corto como para esperar un derrame de exportaciones argentinas. Y como si esto fuera poco existe la concreta amenaza de los problemas que reclaman por los Organismo Genéticamente Modificados.
Los sindicalistas, que ya lo conocen, platicarán sobre las formas de diálogo en Europa. Bravo. Pero también recibirán presiones para garantizar compromisos de sostener la estrategia del PRO en materia de acuerdo UE y apertura de la economía.
El dato relevante hoy es el déficit con caída de exportaciones y la relación 3 a 1 entre crecimiento de importaciones y crecimiento de producto.
Se repite de manera graciosa que no son los artículos de consumo los importados los que nos hacen deficitarios. Que son partes, insumos y bienes de capital. Esta última componente, bienes de capital, es ridícula hace años. Y sigue siéndolo aunque una tasa de crecimiento nos hable de expansión. Los números son mínimos.
Lo que sí importamos es partes, insumos, componentes. Es que hemos agujereado todas las cadenas de valor. Y nuestra industria es una de armado. Un ejemplo: la integración de la industria automotriz, a pesar de tener vehículos con alto componente nacional, no supera el 20 por ciento. Mire la fila de autos que están delante suyo y piense que 4 de cada 5 vendrían a ser importados. Poca industria nacional, mucho déficit.
Y si por la avenida del comercio vamos directo a la deuda en dólares, no se olvide que por la estrategia de financiamiento también vamos directo a la deuda en dólares. 30 mil millones por año es machamente insostenible.
De esto no hay debate. Es lo mas importante que nos pasa pero nos comemos el garrón del silencio. No debatimos el futuro de estas ensoñaciones.
Como todo lo que hemos resumido como noticias de las semana viene de problema, entonces, el marketing del gobierno ha decidido llenar los diarios, los programas de la radio y los de la TV con un debate a flor de piel que cuenta con una aguerrida legión de entusiastas decididos a pintar la Catedral y el Cabildo: el aborto.
Con su habitual voracidad los periodistas de la “causa” ya están en ello. No está la grosera operación de 6,7,8, pero ahora tenemos a Jorge Fernández Díaz, a Laura Di Marco, a Alfredo Leuco y a Federico Andahazi a militar horas y horas, con este nueva herramienta de distracción para no debatir ni la cuestión del conflicto social, ni la de la política anti inflacionaria, ni de la ausencia de inversiones reproductivas, ni del avance del déficit comercial, ni del goloso endeudamiento externo y la fuga de capitales.
Por semanas penetrarán nuestra cabeza las escuchas con el aborto como marketing de agotamiento.
Las expectativas, por todo lo dicho, no vienen bien. Tanto las que el gobierno generó y gracias a las que volvió a ganar bien las elecciones; y también las expectativas preocupantes que ofrece la oposición.
En este último caso ¿quién sensatamente puede confiar en los que se fueron? ¿O en los que avalan lo que los que se fueron hicieron?
Los empresarios emblemáticos K están presos, aunque inexplicablemente no están condenados por la Justicia a pesar de las evidencias.
O la situación patrimonial de Cristina que, más allá de las decisiones judiciales durante su mandato, no hay Mandrake contable que pueda explicar de dónde salió esa montaña de dinero acumulada en hoteles. No hablemos sólo de eso.
La herencia de la economía a fines de 2015 era una verdadera hecatombe. Y los años dorados de Néstor un dibujo monumental. ¿Cómo explicar la lógica de un colosal superávit fiscal con 50 o 40 por ciento de pobreza? ¿Cómo no tener superávit comercial con el boom de las materias primas y una industria paralizada?
Dos de las tantas preguntas simples para diferenciar lo que es “buen gobierno” de uno de “extrema suerte”. Como decía un íntimo amigo de Néstor cuando llegaron al gobierno: Néstor fundamentalmente es un hombre de suerte. La trayectoria pública no deja dudas acerca de ello. Pero ya no está. La suerte no se hereda.
Por todo es difícil que se formen expectativas positivas acerca de la oposición si es ésta la que tenemos. Y es difícil tener expectativas positivas respecto de lo que este gobierno pueda hacer en materia económica.
El ya comentado retorno del fantasma del déficit gigante de nuestra balanza comercial, conformado por exportaciones que declinan e importaciones que suben, es una señal de desaliento. Gente del gobierno cree que nos esperan cuatro años de déficit comercial y que para entonces volveremos a un razonable equilibrio. Por ese lado para tener buenas noticias habrá que esperar unos años. Pero ¿qué fundamento tienen?
Estamos en materia económica en un período que podemos llamar de desplazamientos de las expectativas: el gobierno aspira a retomar la mirada entusiasta acerca del futuro dentro de cuatro años, si es que hablamos de comercio exterior y saldo positivo o neutral de la balanza comercial.
Y aspira a mantener la expectativa de reducción de la inflación sobre la base de una “cesión de ajuste salarial”, es decir, lograr que las convenciones no incrementen los salarios más allá del 15 o del 18 y en lo posible con reajustes dentro de un plazo largo y en lo posible sin “cláusula indexatoria”.
Como todo eso es bien difícil, resulta lógico que el PRO apele al marketing con el que les ha ido de maravillas electoralmente hablando. Para el PRO, el marketing, es la rama principal de la gestión de gobierno. Principal no quiere decir única. Pero sí que, en torno al marketing, se construye, se ordena, la voluble agenda gubernamental. Ejemplos sobran.
Para salir del machaqueo del presente vamos para atrás y recordemos el primer evento, el Foro de Inversión y Negocios de Buenos Aires, de septiembre de 2016 realizado para crear el “clima de inversiones”. Vinieron 1600 empresarios y CEO de todo el mundo. El clima estuvo. Las inversiones no vinieron. Pero durante una semana o más “el aluvión de inversiones” llenó los diarios y – tal vez – ocupó el lugar de los problemas no resueltos. Lo que se dice un golpe de marketing.
De esto se trata el marketing político: “envasar la realidad” en un estuche agradable, simpático, curioso; o aunque más no sea distractivo y capaz de ganar tiempo y sumar otras atenciones o voluntades en una cuestión lateral.
Las últimas semanas no fueron las mejores en términos de “realidades”. Pero el marketing oficial había instalado dos cuestiones independientes de la inflación, del desempleo y de las inversiones qué serían los problemas que habría que explicar y para los que no hay demasiadas respuestas que den lugar a decir “hemos hecho esto y ocurrirá aquello”.
Esas dos cuestiones generadas por la usina de marketing son, la primera, la generalización de la corrupción sindical como responsable de todos esos males (inflación, desempleo, ausencia de inversiones). Mucha, mucha gente lo cree así. Es decir los problemas tienen un culpable que no es el gobierno ni la política.
La segunda cuestión generada por la usina del marketing fue la instalación de la idea que Francisco es el Jefe de la oposición al PRO, el articulador de la unificación del peronismo, y – finalmente – en boca de Alfredo Leuco y Federico Andhazi se suma la difamación: para ellos Jorge Bergoglio fue un colaborador de la Dictadura y un cómplice de la violación de los derechos humanos.
Las dos campañas, vociferadas por los mencionados, entre otros, llenan los multimedios más escuchados. Esas dos cuestiones eran los problemas que el gobierno quería que se discutieran para silenciar las demás, las del problema económico y social.
El origen de ambas campañas no es otro que Jaime Duran Barba.
Hay sindicalistas corruptos. ¿Quién lo niega? Pero no lo son todos. Y la corrupción es una cuestión penal. No una cuestión política. Denuncia, para eso están las oficinas administrativas del gobierno, y juicio. Pero nada que ver con el debate político.
Que el pensamiento del Papa en materia social y económica es, como toda la Doctrina Social de la Iglesia, una prédica por la justicia, la equidad, la dignidad del trabajo y la vida, no es una novedad. Eso no lo hace peronista ni antiperonista.
Y si Andahazi y Leuco creen que Francisco fue cómplice de la violación de los derechos humanos, lo que corresponde es la denuncia: los crímenes de lesa humanidad no prescriben.
Lamentablemente no hay doctrina judicial firme para tratar la lesa humanidad respecto de algunos crímenes de la guerrilla como es el caso del asesinato de José I. Rucci o el intento de La Tablada.
Si creen, en cualquiera de los dos casos tan disímiles, sindicalistas y el propio Papa, que hay delito, no corresponde hacer campaña mediática sino denunciar. Eso es contribuir a formar una República. La difamación no es “republicana”. Y tener un micrófono y una gran audiencia no da derechos sino obligaciones..
Esos dos temas, corrupción sindical y el Papa, llenaron los medios y ocuparon la opinión pública. Nos dejaron saturados.
Terminado el retiro espiritual de Chapadmalal, ante la ausencia de soluciones o de propuestas reales para enfrentar los problemas colectivos, la oficina de marketing lanzó una nueva estrategia: “el debate sobre el aborto”.
Sin duda será un éxito de marketing, durante semanas y semanas, veremos manifestaciones, discursos de distintas corrientes y las chicas del PRO militando junto a la izquierda por el aborto.
Se habrán borrados las fronteras políticas y los “verdaderos progresistas” de la cultura marcharán juntos sin importa el origen político.
Lo quieran o no, todo el debate por la política económica quedará secundarizado por el debate sobre el aborto.
Desde que Marcos Peña – respaldado en las encuestas de Jaime Duran Barba y sus ideas PRO aborto más la instalación de la pena de muerte – lanzó el tema, todos los diarios, las radios, la TV no hablan de otra cosa. Ese tema domina la escena. Y las realidades económicas y sociales, naufragan en el océano del olvido.
Puro marketing. A tal punto que los diarios aclaran: Mauricio y casi todos sus ministros están en contra.
Pregunta: si el Presidente está en contra, cuando la ley se sancione ¿la va a vetar? Entonces ¿no sería honesto que si la va a vetar informe que lo va a hacer?
Y si no la va a vetar y la va a promulgar, porqué no lo aclara y dice que está de acuerdo con el aborto.
No tengo registro de un Poder Ejecutivo que haya promovido una ley que una vez votada la haya vetado. Y no tengo registro que cuando un Poder Ejecutivo estuvo en contra de una ley no la haya vetado. Siempre el Parlamento tiene una segunda opción.
Los regímenes presidencialistas establecen el veto como facultad del Ejecutivo porque el Presidente representa la voluntad del Estado que sólo puede ser doblegada, en el retorno de la norma al Parlamento, cuando una mayoría calificada insiste en la norma vetada.
Allí pasa a ser una obligación más allá de la concepción del Ejecutivo. No resulta lógico que honestamente se proponga el debate de una ley que uno piensa vetar.
Y nadie honestamente dice que está en contra, sea por profundas convicciones éticas o fundamentos científicos , de algo que, si ocurre, no se va a vetar.
Conclusión, cualquiera sea la posición que se tenga acerca del aborto, es evidente que estamos arrojados a un debate por razones de “puro marketing” para desplazar el debate, que sí debería sostenerse, sobre la cuestión social, las confesiones de Dujovne y el tour sindical de Triaca.
Porque esas otras tres noticias, sin desmerecer el debate sobre el aborto, están detrás de la conmoción social que se relata como el problema de salud pública de las mujeres que abortan en el medio de la pobreza.
En una sociedad en la que el 50 por ciento de las chicas menores de 14 años nacen en hogares de dos generaciones de pobreza; en una sociedad en que en lugar de inversiones que creen trabajo digno hay conchabos públicos o de planes que no brindan una vida digna y a la vez multiplican el déficit fiscal; en una sociedad que no puede competir con las importaciones de alimentos desde quesos a fideos, o que tiene una estructura industrial “llena de agujeritos”; una sociedad en que a gatas se pelea el presente y en la los que dirigen el país y los que hacen política, no nos generan un rumbo, o una visión de un futuro que nos contenga a todos, vamos a llenarnos de debates que tienen que ver solamente con la desgracia.
Entonces, agobiados por la desgracia, liberamos el uso de las drogas, liberamos el aborto, liberamos la justicia por mano propia o, como dice Duran Barba, “todos creemos en la pena de muerte”.
Eso no es cambiar. Eso es regresar a un pasado que nos trajo hasta acá y dar vuelta alrededor acerca del marketing no te saca del presente.
AUTOR: Carlos Leyba
FUENTE: institutocirculomss.com.ar