La ideología de género está sufriendo reveses en Iberoamérica. Primero México y luego Ecuador y Perú se echaron a la calle contra las leyes LGTB; después Bermudas tumbó una ley de ‘gaymonio’. Y ahora en Brasil la movilización de las familias ha logrado frenar el adoctrinamiento en las aulas.
La ideología de Género no es imbatible. Aunque lo parezca. La sociedad civil ha sido capaz de parar los pies a proyectos de adoctrinamiento sexual en varios países. Primero fue el Frente Nacional de la Familia en México; después distintas asociaciones de Ecuador y Perú para frenar las leyes LGTB; luego Bermudas al tumbar el matrimonio homosexual y ahora Brasil.
Las familias han logrado eliminar los contenidos de Género que trufaban la Base Nacional Común Curricular (BNCC), el plan de estudios de los colegios brasileños.
No ha sido fácil, ha habido una dura y larga batalla, pero se ha conseguido.
El Ministerio de Educación pretendía establecer una serie de contenidos que debían ser impartidos de forma obligatoria a niños y adolescentes de 1 a 15 años de edad en todo el sistema educativo nacional.
El Gobierno quería darle un carácter normativo y pretendía aprobarlo en el primer semestre de 2017, pero surgió una piedra en el zapato que desató una guerra: las asociaciones de familia denunciaron que el documento estaba preñado con ideología de género.
Y lograron pararlo o minimizarlo. La perspectiva de género pasó, en relativamente poco tiempo, de ser un contenido transversal, que alcanzaría a todas las materias, a estar arrinconada y prácticamente marginada de la Base.
La primera y segunda versión de la Base Curricular, elaboradas entre 2015 y 2016, estaban repletas de conceptos y términos relacionados a esa teoría. El hecho fue divulgado y se gestó una fuerte presión popular y política que obligó al Ministerio de Educación a ir reduciendo, poco a poco, el espacio dado a esos contenidos.
La salida del Partido de los Trabajadores (PT) del Gobierno, con el impeachment de la presidente Dilma Rousseff, en agosto de 2016, y el correspondiente cambio de titular de Educación, mudó parcialmente la situación.
Aunque un significativo grupo de funcionarios altamente ideologizados continuaban atrincherados en los diversos órganos del ministerio imponiendo su agenda, el nuevo jefe de la cartera, José Mendonça Bezerra Filho, abrió un canal efectivo para el diálogo.
La tercera versión de la Base, de abril de 2017 y que se consideraba sería la final, contenía ya sólo 16 menciones del concepto “género” gracias a una serie de cortes solicitados por el ministro.
Eran pocas citas, pero seguían siendo graves, como la siguiente: “Discutir las experiencias corporales personales y colectivas desarrolladas en el salón de clases, de modo que se muestren las problemáticas de las cuestiones de género”. Esto, con niños de 6 a 11 años en las clases de arte.
Según puede constatarse en el más reciente borrador del documento, publicado el 11 de diciembre, no hay ninguna mención del concepto ‘género’ o similares
Ahora, según puede constatarse en el más reciente borrador del documento, publicado el 11 de diciembre, no hay ninguna mención del concepto “género” o similares.
El texto podría ser finalmente aprobado este viernes 15 de diciembre por Consejo Nacional de Educación (CNE), órgano del ministerio responsable del proceso de construcción de la Base, compuesto por una mayoría de especialistas que se autodenominan progresistas, y homologado en los días siguientes por el ministro Mendonça.
Un proyecto de resolución para autorizar la Base, también redactado por el CNE anuncia explícitamente que el Consejo emitirá posteriormente “orientaciones específicas sobre orientación sexual e identidad de género”, considerando las “directrices curriculares vigentes”. Los consejeros y las autoridades, en realidad, están proponiendo aplazar la confrontación para salir de un impasse.
A pesar de la amenaza, la actual versión de la Base Común curricular representará, sin duda alguna, una contundente victoria para el amplio movimiento cívico de padres de familia y educadores que apostó a favor de la libertad de educación y contra el adoctrinamiento ideológico.
Todo empezó con un grupo de educadores de Sao Paulo que hicieron la denuncia inicial sobre el adoctrinamiento sexual
Todo empezó con un grupo de educadores de Sao Paulo que hicieron la denuncia inicial sobre el adoctrinamiento sexual. Progresivamente, el rechazo a la Base creció hasta alcanzar vastas proporciones. Se conformó un movimiento informal, sin nombre ni líderes únicos, descentralizado, extraordinariamente flexible y capilar, integrado especialmente por padres de familia.
Estos participaron en las diversas audiencias públicas organizadas por el Ministerio de Educación para registrar las “aportaciones de la población”. Allí, cientos de particulares presentaron sus objeciones al proyecto del Gobierno.
Estas no se referían solo al “gender” sino también al carácter estatista de la Base Curricular, la pretensión de homogeneizar verticalmente los contenidos en todo el país, la falta de respeto a la libertad de educación y a la pluralidad de opciones pedagógicas, y el contraste con el principio federativo de autonomía consagrado en la Constitución.
Las asociaciones de familias usaron las redes sociales para viralizar vídeos y materiales que explicaban los aspectos nocivos de la Base Curricular y al final la campaña ha resultado socialmente muy efectiva.
Hasta el punto de que nueve de cada diez brasileños se muestra contrario a que contenidos relacionados a la ideología de género sean tratados en las escuelas del país, según un reciente sondeo.
En concreto se preguntaba: “¿La teoría de que una persona puede escoger su propio género debe hacer parte del currículo escolar?” De todos los entrevistados el 87% respondió “no”, el 9%, “sí” y 4% no opinó.
Este rechazo es coherente con la adhesión masiva a la campaña de repudio a la presencia de Judith Butler en Brasil, organizada por CitizenGo y apoyada por casi 400.000 personas.
FUENTE: ACTUALL